Vitoria, gran ciudad para sentirse solo
Estoy en mi cama, escuchando a Miles Davies, fumandome una cachimba y pensando en la inminente ducha, afeitado, y salida a la noche vitoriana.
Salgo solo, que nadie quiere, puede o le apetece caminar por las frias calles. Y yo no digo nada. A las doce rompere la barrera de los veinte, y solo, con mi soledad, brindare por los treinta que se me acercan de cara. Y el lunes ire, como siempre, a trabajar, pero con treinta años y un dia, que suena a condena carcelaria y sabe a llanto sordo en la lejania. Treinta años y un dia que pasaran a la historia de quien os escribe como el primer aniversario sin besos, abrazos o caricias. Que triste será ese primer dia de mis treinta.
Miles es optimista, y el saxo camina despreocupado sobre las notas con liviania. Esta noche me acompañara en mi paseo, y me susurrara la alegria que me falta. Tampoco es que vaya a ser una noche de locura, sin compañia. y con la amenaza de la Ertzantza y sus controles. Será una noche como yo, discreta para muchos, melancolica, pacifica, de las de acostarse tarde viendo peliculas en las que la mitad de los actores han muerto hace mucho. Sera una noche mia, y solo mia, ya que nadie la comparte, la compartire conmigo mismo y sin mi compañia.
Escucho a Miles, alegre y vital, con su jazz pausado y optimista, y esto que escribo mas bien parece un blues. Este es hoy mi himno de la alegria. Hasta que vuelva a pisar mi tierra y pueda ponerle nueva musica, y quizas, una letra pegadiza que cantar, esta vez si, con los mios de compañia.
Salgo solo, que nadie quiere, puede o le apetece caminar por las frias calles. Y yo no digo nada. A las doce rompere la barrera de los veinte, y solo, con mi soledad, brindare por los treinta que se me acercan de cara. Y el lunes ire, como siempre, a trabajar, pero con treinta años y un dia, que suena a condena carcelaria y sabe a llanto sordo en la lejania. Treinta años y un dia que pasaran a la historia de quien os escribe como el primer aniversario sin besos, abrazos o caricias. Que triste será ese primer dia de mis treinta.
Miles es optimista, y el saxo camina despreocupado sobre las notas con liviania. Esta noche me acompañara en mi paseo, y me susurrara la alegria que me falta. Tampoco es que vaya a ser una noche de locura, sin compañia. y con la amenaza de la Ertzantza y sus controles. Será una noche como yo, discreta para muchos, melancolica, pacifica, de las de acostarse tarde viendo peliculas en las que la mitad de los actores han muerto hace mucho. Sera una noche mia, y solo mia, ya que nadie la comparte, la compartire conmigo mismo y sin mi compañia.
Escucho a Miles, alegre y vital, con su jazz pausado y optimista, y esto que escribo mas bien parece un blues. Este es hoy mi himno de la alegria. Hasta que vuelva a pisar mi tierra y pueda ponerle nueva musica, y quizas, una letra pegadiza que cantar, esta vez si, con los mios de compañia.