La fiesta
Durante mucho tiempo organicé una fiesta anual. Era salvaje, descontrolada. La musica se podia escuchar a manzanas de distancia, y reinaba la anarquia, simplemente por el placer de decir a todos: "esta es mi casa. Esta es vuestra casa. Divertios". Y manaba la cerveza, la barbacoa no paraba un instante, el whisky se derramaba despreocupadamente sobre el jardin. Y todos decian: "Eres el mejor". Eres el mejor. Suena falso hoy. ¿Querrian decir acaso "Tus fiestas son las mejores"? ¿o era algo asi como "podrias ser el mejor si no fueses tu"?
Y entonces fui paria. Si, hermanitos y hermanitas. Mis drugos me consideraban un paria que lamia botas para poder arañar algo de la gloria de mis mayores. Para ellos era una mezcla de gollum y pipin: me arrastro y sirvo. Era el de las fiestas geniales. El que siempre pagaba las cervezas o lo que se terciase.
Años despues llego la confesion: Eras blanco de burlas y chanzas, de bromas que sufrias en tu inocencia. ¿Y sabeis que paso, hermanitos y hermanitas? Que sonrei bobalicon y dije: "no sabes cuanto lo siento por ellos. Les mostre lo que es ser amigo, y ellos me tomaron por primo. Ahora no podrán volver a llamarme amigo, porque no han aprendido lo que ello significa". Y segui sonriendo bobalicon, porque mi victoria moral estaba sobre todo, incluso sobre ese dolor en el fondo del pecho que reclamaba lagrimas publicas y despojo de ropajes en via publica. "Vendetta!", clamaba airado mi honor maltrecho. "Vendetta, contra aquellos que contra mi atentaron" y yo solo dije: "Calma. Tu sabes que no has echo mal alguno, ni pueden reprocharte el haber obrado mal".
Ha pasado el tiempo, y mis verdugos se cruzan conmigo de vez en cuando. No me miran, no sonrien. Se averguenzan de todo cuanto han perdido... e incluso uno se avergonzo cuando se equivoco con mi pedido del Macdonals. No he ganado. Nadie ha ganado. Todos hemos perdido algo. Todos hemos perdido infinidad de recuerdos, infinidad de momentos irrepetibles. Se mezclaron en un torrente de lagrimas que desembocaron en un mar sin vida.
Yo tengo amigos. Ellos tienen... espero que tengan algo. Siempre recordare que una vez fueron mis amigos... y a los amigos se les guarda cariño.
Y entonces fui paria. Si, hermanitos y hermanitas. Mis drugos me consideraban un paria que lamia botas para poder arañar algo de la gloria de mis mayores. Para ellos era una mezcla de gollum y pipin: me arrastro y sirvo. Era el de las fiestas geniales. El que siempre pagaba las cervezas o lo que se terciase.
Años despues llego la confesion: Eras blanco de burlas y chanzas, de bromas que sufrias en tu inocencia. ¿Y sabeis que paso, hermanitos y hermanitas? Que sonrei bobalicon y dije: "no sabes cuanto lo siento por ellos. Les mostre lo que es ser amigo, y ellos me tomaron por primo. Ahora no podrán volver a llamarme amigo, porque no han aprendido lo que ello significa". Y segui sonriendo bobalicon, porque mi victoria moral estaba sobre todo, incluso sobre ese dolor en el fondo del pecho que reclamaba lagrimas publicas y despojo de ropajes en via publica. "Vendetta!", clamaba airado mi honor maltrecho. "Vendetta, contra aquellos que contra mi atentaron" y yo solo dije: "Calma. Tu sabes que no has echo mal alguno, ni pueden reprocharte el haber obrado mal".
Ha pasado el tiempo, y mis verdugos se cruzan conmigo de vez en cuando. No me miran, no sonrien. Se averguenzan de todo cuanto han perdido... e incluso uno se avergonzo cuando se equivoco con mi pedido del Macdonals. No he ganado. Nadie ha ganado. Todos hemos perdido algo. Todos hemos perdido infinidad de recuerdos, infinidad de momentos irrepetibles. Se mezclaron en un torrente de lagrimas que desembocaron en un mar sin vida.
Yo tengo amigos. Ellos tienen... espero que tengan algo. Siempre recordare que una vez fueron mis amigos... y a los amigos se les guarda cariño.