A la meva Mara
Y no, no es mi madre, y tampoco somos catalanes, ni ella ni yo, aunque uno por serlo medio la otra por adopcion deberiamos poder decir que al menos, el porciento de los intereses es de por alla.
Ella es una malagueña salerosa que vio amanecer por primera vez hace ya mucho tiempo. Es madre mia por partida doble, pues entrego al mundo a mi madre en prenda, y por tanto es mi abuela. Parece ñoño hablar de ella hasta que la conoces. Es una persona de las que hay pocas, y no por ser mi abuela, sino por la energia que corre por sus venas. Ella siempre me dice: Las cosas, por cabezota, siempre. Ya hacia rato que peinaba canas, y alli ibamos los dos, a correr una "cursa", que es algo asi como maraton pero de fiesta por las calles, o a clases de Taekwondo, los dos enfundados en nuestros blancos atuendos con cinto aun mas blanco.
Lo de Mara viene de lejos. No se si es porque se la ve demasiado joven para ser abuela, o porque alguien quiso hacer el alago, que empezo. No era mi madre, pero lo de abuela no le pegaba tampoco. Soy andaluz, y aqui las abuelas, salvo excepciones, son señoras sombrias, regordetas, de vestido hasta el tobillo hasta en agosto y moño austero. Ella, siempre dispuesta a la broma, era por aquellos años (y me consta que lo es todavia) no solo cosmopolita sino tambien coqueta. Entonces nacio lo de Mara. Mara por ser mi segunda madre. Tengo suerte, tengo a mi mamá y a mi mara. Soy ñoño, que quereis que os diga.
Recuerdo con inmensa delicia una vez en que un diente decidio partir de su breve residencia, y quiso cierto roedor visitarme. La Mara me tuvo dando vueltas a las habitaciones del inmenso piso del que algun dia os hablare, buscando el presente que era justo pago por la paleta fugada. Entonces, al abrir una puerta, un reguero de caramelos, dejado con algo de guasa, me tuvo andando por la casa, bajo las camas, por el patinillo y hasta en los armarios. Por fin, un flamante garage de plastico brillante me esperaba en el umbral de entrada. No recuerdo que fue de aquel garage, pero aquel dia.. ese fue el regalo.
Tambien recuerdo interminables excursiones en las que mi curiosidad de niño malo se juntaban con sus ganas de sorprenderme, y me llevaba a tiendas extrañas, a barrios que se me antojaban magicos y que ahora conozco como el Barrio Gotico de Barcelona, o a ver a los Correfocs en la nit de San Joan.
Ahora, entrada en años, aunque tan joven de espiritu como simpre, me aconseja desde el otro lado del telefono, y cuando estoy triste, me dice con media sonrisa "Niño, alto, guapo, inteligente y con trabajo... es mucha tela, conformate con tres de ellas". Y tambien sobre los que me rodean tiene la sabiduria de los que han visto el sol muchas veces: "La gente es como las cajas de clavos: Casi todos son buenos, algunos no tienen cabeza y otros no tienen rabo. Es inevitable que halla algunos inutiles".
Esto es para ti, Mara. Ya puedes presumir de nieto mimoso y orgulloso de serlo.
Ella es una malagueña salerosa que vio amanecer por primera vez hace ya mucho tiempo. Es madre mia por partida doble, pues entrego al mundo a mi madre en prenda, y por tanto es mi abuela. Parece ñoño hablar de ella hasta que la conoces. Es una persona de las que hay pocas, y no por ser mi abuela, sino por la energia que corre por sus venas. Ella siempre me dice: Las cosas, por cabezota, siempre. Ya hacia rato que peinaba canas, y alli ibamos los dos, a correr una "cursa", que es algo asi como maraton pero de fiesta por las calles, o a clases de Taekwondo, los dos enfundados en nuestros blancos atuendos con cinto aun mas blanco.
Lo de Mara viene de lejos. No se si es porque se la ve demasiado joven para ser abuela, o porque alguien quiso hacer el alago, que empezo. No era mi madre, pero lo de abuela no le pegaba tampoco. Soy andaluz, y aqui las abuelas, salvo excepciones, son señoras sombrias, regordetas, de vestido hasta el tobillo hasta en agosto y moño austero. Ella, siempre dispuesta a la broma, era por aquellos años (y me consta que lo es todavia) no solo cosmopolita sino tambien coqueta. Entonces nacio lo de Mara. Mara por ser mi segunda madre. Tengo suerte, tengo a mi mamá y a mi mara. Soy ñoño, que quereis que os diga.
Recuerdo con inmensa delicia una vez en que un diente decidio partir de su breve residencia, y quiso cierto roedor visitarme. La Mara me tuvo dando vueltas a las habitaciones del inmenso piso del que algun dia os hablare, buscando el presente que era justo pago por la paleta fugada. Entonces, al abrir una puerta, un reguero de caramelos, dejado con algo de guasa, me tuvo andando por la casa, bajo las camas, por el patinillo y hasta en los armarios. Por fin, un flamante garage de plastico brillante me esperaba en el umbral de entrada. No recuerdo que fue de aquel garage, pero aquel dia.. ese fue el regalo.
Tambien recuerdo interminables excursiones en las que mi curiosidad de niño malo se juntaban con sus ganas de sorprenderme, y me llevaba a tiendas extrañas, a barrios que se me antojaban magicos y que ahora conozco como el Barrio Gotico de Barcelona, o a ver a los Correfocs en la nit de San Joan.
Ahora, entrada en años, aunque tan joven de espiritu como simpre, me aconseja desde el otro lado del telefono, y cuando estoy triste, me dice con media sonrisa "Niño, alto, guapo, inteligente y con trabajo... es mucha tela, conformate con tres de ellas". Y tambien sobre los que me rodean tiene la sabiduria de los que han visto el sol muchas veces: "La gente es como las cajas de clavos: Casi todos son buenos, algunos no tienen cabeza y otros no tienen rabo. Es inevitable que halla algunos inutiles".
Esto es para ti, Mara. Ya puedes presumir de nieto mimoso y orgulloso de serlo.
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